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Channel: La chica de la casa de caramelo
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Tarta fina de chocolate

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La primera receta de este año viene cargada de chocolate hasta los topes (si estáis a dieta postnavideña, os aconsejo que no sigáis leyendo y, sobre todo, que no miréis las fotos). Se trata de una sencilla y deliciosa tarta fina de chocolate con base de galleta Oreo, cremoso relleno de chocolate, cacao espolvoreado y virutas de chocolate negro. Si sois unos amantes del chocolate, como yo, no podéis dejar de probar esta tarta.

La receta la he sacado de aquí pero cambiando la base de galleta y añadiendo las virutas de chocolate como decoración.

Ingredientes: (para una tarta de 24 cm.)

Para la base:
- 400 gr. de galletas Oreo trituradas
- 150 gr. de mantequilla derretida

Para el relleno:
- 400 gr. de chocolate negro troceado (yo utilizo Valor con 52% de cacao, pero si os gusta más amargo podéis usar el de 70%)
- 260 ml. de nata (yo uso siempre la de montar, que tiene más porcentaje de materia grasa)
- 120 ml. de leche
- 2 huevos ligeramente batidos
- Una pizca de sal

Para decorar:
- Cacao puro en polvo
- Una tableta de unos 300 gr. para rallar en virutas, no usaréis la tableta entera porque los últimos trozos son más difíciles de rallar (yo utilicé el mismo chocolate que para el relleno).

Trituramos las galletas Oreo, las mezclamos con la mantequilla derretida y repartimos la mezcla de manera uniforme por todo el molde de tarta. Yo utilizo un medidor de cups para formar mejor los bordes de la tarta a la vez que voy aplastando la galleta triturada.

Horneamos la base a 180º durante 10 minutos. La sacamos del horno y la dejamos enfriar a temperatura ambiente.

Preparamos el relleno para la tarta. Ponemos la leche y la nata en un cazo a fuego medio y lo llevamos a ebullición. Añadimos el chocolate troceado, dejamos que se derrita del todo, retiramos del fuego y lo mezclamos bien. Dejamos que se enfríe un poco el chocolate y entonces añadimos los huevos batidos y terminamos de mezclar.

Llenamos el molde de tarta con la crema de chocolate que hemos preparado, pero sin llegar hasta el borde.

Horneamos la tarta a 130º durante unos 30-35 minutos o hasta que esté cuajada pero con el centro todavía sin hacer del todo (veremos que tiembla un poco al moverla).

Pasado este tiempo la sacamos del horno y la dejamos enfriar completamente a temperatura ambiente.

Una vez fría, espolvoreamos la tarta con cacao en polvo y, si queremos, podemos servirla así directamente. Yo preferí decorarla un poco más añadiendo virutas de chocolate.

Las virutas son muy sencillas de hacer con la ayuda de un pelador; aunque es importante que el chocolate esté a una temperatura adecuada para que nos salgan virutas grandes (no debe estar ni demasiado duro ni demasiado blando). Partimos la tableta en tres trozos y vamos haciendo virutas directamente sobre la tarta con cada uno de ellos hasta que ya no podamos sujetarlo bien y se nos parta, entonces pasamos al siguiente trozo.

Y después, volvemos a espolvorear un poco más de cacao por encima de las virutas.

La tarta se puede conservar en la nevera varios días, aunque es aconsejable sacarla un poco antes de servir para tomarla a temperatura ambiente.

Esta tarta fina de chocolate tiene una mezcla de texturas que resulta deliciosa: la base crujiente de galleta, el relleno suave y cremoso, y las finas y crocantes virutas de chocolate.


Además, es facilísima de preparar y un acierto seguro como postre para cualquier cena o fiesta en casa. Espero que os animéis a probarla, porque estoy segura de que os encantará. A mí me ha chiflado.

¡Feliz domingo!



Muffins de grosellas y semillas de amapola

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Sorprendentemente para la época del año en la que estamos, el otro día compré unas cuantas frutas del bosque en el mercado (me gusta tomarlas con yogur griego en los desayunos) y resultaron estar riquísimas: las moras, arándanos y frambuesas eran grandes y muy dulces. Y las grosellas, aunque siempre son bastante más ácidas que el resto, estaban igualmente deliciosas. Así que decidí utilizarlas para hacer estos muffins de grosellas y semillas de amapola, y variar un poco de los clásicos con arándanos o frambuesas que suelo preparar. 

Para la elaboración he utilizado mi receta de los muffins de arándanos, añadiendo semillas de amapola y almendra en láminas.

Ingredientes: (para 12 muffins)

- 3 huevos
- 200 gr. de azúcar
- La ralladura de un limón
- 1/2 copa de ron
- 250 gr. de mantequilla
- 250 gr. de harina
- 3 cucharaditas de levadura en polvo
- 125 gr. de grosellas frescas
- 10 gr. de semillas de amapola
- Almendra en láminas y azúcar glas (para decorar)

Batimos los huevos junto con el azúcar y la ralladura de limón hasta obtener una mezcla espumosa. A continuación añadimos el ron y mezclamos bien. Incorporamos la mantequilla blandita y batimos (la mezcla parecerá cortada, pero está bien). Mezclamos bien la levadura con la harina y las incorporamos al resto de ingredientes. Después añadimos las semillas de amapola y batimos hasta que estén bien repartidas. Por último, incorporamos las grosellas y las mezclamos con cuidado usando una espátula para que no se rompan.

Repartimos la masa en 12 cápsulas para muffins y las llenamos casi hasta arriba.

Colocamos unas cuantas almendras en láminas encima de cada muffin y los horneamos a 180º durante unos 20 minutos o hasta que al pinchar con un palillo, salga limpio.

Cuando estén listos, los sacamos de la bandeja para muffins y los dejamos enfriar del todo sobre una rejilla.

Y una vez fríos, podemos servirlos así directamente o espolvorearlos con un poco de azúcar glas.

Yo os recomiendo lo del azúcar para suavizar un poco la acidez de las grosellas, pero depende de vuestros gustos.

Por cierto, como podéis ver, Miranda está hecha un bicho ya y se abalanza sobre cualquier cosa que tenga a su alcance.

Estos muffins son perfectos para desayunar o merendar. A mí me encantan sobre todo recién hechos, cuando todavía están un poco templados.

El sabor dulce del bizcocho y el contrapunto ácido de las grosellas hacen una combinación fantástica.

Son unos muffins tiernos y esponjosos, pero con el toque crujiente de las semillas de amapola y las almendras.

Podéis guardarlos a temperatura ambiente durante varios días dentro de un recipiente cerrado herméticamente (nosotros siempre nos los terminados en dos o tres días, como mucho, y aguantan perfectamente).

Además, estos muffins son tan rápidos de preparar que incluso los podéis hacer la misma mañana para desayunar.

Por supuesto, si no os gustan las grosellas porque son muy ácidas, siempre podéis sustituirlas por arándanos, frambuesas, moras, fresas o lo que os apetezca.

¡Feliz domingo!


Mis cuidados postparto

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El otro día me acordé de que hace tiempo, cuando todavía estaba de baja maternal, había empezado a escribir este post y no lo había terminado. Así que aprovecho que esta semana no he podido hacer ninguna receta para hablaros un poco sobre cuáles han sido mis cuidados postparto tras el nacimiento de Miranda. 

Tengo que deciros que durante el embarazo no fui demasiado rigurosa con el tema de las cremas por pereza, por falta de tiempo (me río ahora de mi falta de tiempo pre-Miranda) y por excusas varias. Muchos días se me olvidaba darme crema en la barriga y tampoco estaba demasiado preocupada por el tema de las estrías, porque al fin y al cabo tenía ya una barriga enorme (¡en preparación al parto me preguntaban si llevaba gemelos!) y no me había salido ni una sola estría a pesar de no ser constante con la aplicación de cremas. Pero en la semana 38, de repente, aparecieron unas cuantas estrías alrededor de mi por entonces inexistente ombligo. No eran muchas ni muy grandes, pero se veían bastante. En ese momento empecé a ser rigurosa con las cremas y, si lo recomendable en el embarazo es aplicarse crema hidratante al menos dos veces al día, yo me daba cuatro veces. Sabía que eso no iba a hacer nada con esas estrías, pero al menos podía intentar que no salieran más.

Y afortunadamente, no aparecieron más. A las dos semanas me puse de parto, la cosa acabó en cesárea (como ya os conté) y la recuperación fue bastante dura, así que hasta la tercera o cuarta semana no empecé a preocuparme por el tema de las estrías, reafirmar la piel y demás. En ese momento, le pregunté a una amiga dermatóloga, que me recomendó algunas marcas y productos, tanto para el tema de la barriga como para la cicatriz de la cesárea, algo que yo ni siquiera me había planteado tratar.

Gracias a sus consejos empecé a utilizar Trofolastin Reafirmante Post-Parto para reafirmar la piel de la barriga y el aceite Bio-Oil para tratar principalmente las estrías que me habían salido a final del embarazo, ambos dos veces al día. Además me compré el aceite "Tonic" de Clarins para después de la ducha, que también trata las estrías y aporta elasticidad a la piel.

Dos meses después del parto (un mes después de empezar con las cremas aproximadamente), cuando mi barriga volvió a su tamaño habitual, la piel ya tenía más firmeza y las estrías se habían reducido. Continué aplicándome estos productos hasta siete meses después del parto más o menos y yo creo que me han ido muy bien. No sé cómo me habría ido sin dármelos, pero con las estrías, que es lo más evidente, sí puedo decir que, aunque no han desaparecido (ya sabéis que las estrías hay que prevenirlas, porque una vez salen es casi imposible que desaparezcan), sí que se han reducido muchísimo y ya prácticamente no se ven.

En principio, la cicatriz de la cesárea me daba un poco igual, porque está unos 2 cm. por debajo de la línea del bikini y no se ve. Pero bueno, pensé: "si se puede reducir, pues mejor". Mi amiga me recomendó las dos marcas de parches que veis arriba y yo las probé las dos. Primero me compré los de Mepiform, que me duraron un mes y medio aproximadamente y luego los de Trofolastin durante cuatro meses más. Y los dos me fueron muy bien, con los primeros enseguida noté una reducción en el volumen de la cicatriz y con los segundos continuó la reducción (además, la adherencia de éstos a la piel me parece que es mejor). Ambos protegen las cicatrices del sol (muy importante para que su aspecto no empeore), por lo que los utilicé también durante las vacaciones de verano. En total los usé unos seis meses, pero lo recomendable es utilizarlos al menos durante todo el primer año de la cicatriz, mientras todavía es de color rosado.

A día de hoy, casi nueve meses después de la cesárea, lo único que me doy de vez en cuando es el aceite Bio-Oil en la zona de las estrías por si, al seguir reduciéndose, milagrosamente acabaran desapareciendo (aunque ya sé que es misión casi imposible). Si os han salido estrías durante el embarazo, como a mí, os lo recomiendo. Y si estáis embarazadas, os recomiendo que no hagáis como yo y que seáis constantes con las cremas hidratantes para que no os lleguen a salir.

ACTUALIZO: Se me había olvidado comentar que todos estos productos que he utilizado son totalmente compatibles con la lactancia.

¡Feliz domingo!


Bizcocho sorpresa de San Valentín

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Quedan menos de dos semanas para San Valentín, así que hoy os traigo un sencillo pero bonito bizcocho con el que seguro sorprenderéis a vuestra pareja. Se trata de un bizcocho en apariencia normal pero que esconde dentro un delicioso corazón de chocolate. Además, es sencillísimo de preparar y no es necesario tener ningún molde especial para poder hacerlo.

En Internet podéis encontrar un montón de variantes de este bizcocho sorpresa, con diferentes formas y sabores: vainilla, calabaza, chocolate, red velvet. Simplemente hay que preparar un bizcocho para el relleno y otro para el exterior. Yo hice los clásicos "pound cakes" de chocolate y vainilla (de éste último ya os enseñé la receta aquí).

Bizcocho de chocolate

- 250 gr. mantequilla a temperatura ambiente
- 250 gr. de harina
- 200 gr. de azúcar
- 40 gr. de cacao puro en polvo
- 4 huevos grandes
- 1/2 cucharadita de sal

Precalentamos el horno a 175º y engrasamos el molde que vayamos a utilizar. Batimos muy bien la mantequilla con el azúcar a velocidad alta durante al menos cinco minutos (para que entre aire en la masa). A continuación añadimos los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada adición. Luego añadimos la sal, bajamos la velocidad y vamos añadiendo la harina y el cacao poco a poco. Batimos sólo hasta que se hayan incorporado, no hay que batir demasiado. Volcamos la mezcla en nuestro molde y lo horneamos durante una hora aproximadamente o cuando veamos que al pinchar con un palillo, sale limpio.

Pasado este tiempo, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar 15 minutos antes de desmoldarlo y ponerlo sobre una rejilla para que se enfríe completamente.

Una vez frío, cortamos el bizcocho en rodajas gruesas y, con un cortador de galletas con forma de corazón, cortamos el centro de cada rebanada.

Luego ponemos los corazones en fila todos juntos, los envolvemos con papel film y los metemos en el congelador al menos una hora. Mientras tanto, preparamos el bizcocho de vainilla.

Bizcocho de vainilla

- 250 gr. mantequilla a temperatura ambiente
- 250 gr. de harina
- 200 gr. de azúcar
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla
- 4 huevos grandes
- 1/2 cucharadita de sal

Precalentamos el horno a 175º y engrasamos el molde. Batimos muy bien la mantequilla con el azúcar a velocidad alta, como hemos hecho con el primer bizcocho. A continuación añadimos los huevos uno a uno, batiendo bien después de cada adición. Luego añadimos la vainilla y la sal y bajamos la velocidad. Vamos añadiendo la harina poco a poco y batimos sólo hasta que esté incorporada. 

Llenamos la base de nuestro molde con la mitad de la mezcla aproximadamente y colocamos encima la fila de corazones congelados, presionando un poco hacia abajo para asentarlos bien.

Extendemos el resto de la mezcla del bizcocho de vainilla por encima de los corazones y lo horneamos durante 50 minutos aproximadamente o cuando veamos que al pinchar con un palillo, sale limpio.

pasado este tiempo, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar 15 minutos antes de desmoldarlo y ponerlo sobre una rejilla para que se enfríe completamente. Yo me distraje con Miranda, tardé algo más en sacarlo y se me quemaron un poco los bordes.

Podemos servir el bizcocho tal cual o espolvorearlo con un poco de azúcar glas. Nosotros lo tomamos ayer para merendar acompañado de mermelada de fresa y de melocotón, pero también podéis acompañarlo de nata montada, fresas o lo que os apetezca. 

Es un bizcocho muy rico que combina el chocolate y la vainilla de una forma muy original. Y resulta perfecto como merienda o desayuno romántico para sorprender a nuestra pareja en San Valentín (o cualquier otro día).

Otra opción es envolverlo con un poco de papel vegetal y cordón rústico, y regalarlo sin explicar lo que hay en su interior. Así, quien lo reciba, se llevará una gran sorpresa al cortar la primera rebanada.

¡Feliz domingo!


9 ideas para San Valentín

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Como ya sabéis, el próximo sábado se celebra San Valentín, y por si todavía no habéis pensado en cómo sorprender a vuestra pareja, a continuación os dejo unas cuantas ideas muy amorosas que he ido publicando a lo largo de estos años en el blog, todas ellas muy muy dulces. (Encontraréis los enlaces a cada uno de los post en los títulos numerados más abajo).



Esta tarta es una de mis preferidas por lo sencilla que es y lo riquísima que está. Es uno de los clásicos "british" a la hora de acompañar el té, y no es de extrañar, ya que la combinación del bizcocho, la mermelada, las fresas frescas y la nata resulta absolutamente deliciosa.


La tarta de cerezas (cherry pie) es otro clásico de la repostería anglosajona, muy habitual sobre todo en EEUU. El año pasado publiqué en el blog esta receta con motivo de San Valentín en versión mini, utilizando una bandeja para cupcakes, y como idea para regalar dentro de una preciosa cajita.


El domingo pasado publiqué esta receta de un bizcocho de vainilla en apariencia normal pero que esconde en su interior un delicioso corazón de chocolate. Es más fácil de hacer de lo que parece y podrás sorprender a tu pareja en el desayuno dejándole cortar la primera rebanada.


¿Qué hay mejor que despertarse el Día de los Enamorados (o cualquier otro) con un romántico desayuno esperándote, sin necesidad de levantarte de la cama? Esta fue mi sorpresa de San Valentín para el Chico Pecoso hace un par de años y mi favorita de todas. Tan fácil como preparar un té, unas tostadas con mantequilla y mermelada, algo de fruta fresca y nata montada. No os llevará más de 15 minutos y vuestra pareja estará tan encantada que querrá agradecéroslo el resto de la semana (¡o del mes!).


Éste fue nuestro último picnic antes de la llegada de Miranda: un chocolate caliente con cookies caseras junto a la Albufera (uno de los paisajes más bonitos de Valencia) mientras disfrutábamos de la puesta de sol. Un plan sencillo pero muy romántico para disfrutar en pareja y con unas preciosas vistas.


En lugar de comprar los clásicos bombones para regalar en San Valentín, ¿qué tal si los preparas tú mismo? Es más fácil de lo que parece. Sólo necesitas chocolate de buena calidad y un poco de lemon curd, o la crema que más os guste, para el relleno (el lemon curd lo preparé yo misma, pero siempre podéis comprarlo hecho). Seguro que vuestra pareja se queda sin palabras al recibir una cajita con vuestros bombones caseros.


Ya sabéis que en el blog las cestas son algo habitual: de Pascua, de Navidad, de bienvenida, para resfriados... y por supuesto, de San Valentín. Simplemente tenéis que preparar unas magdalenas red velvet, unas galletitas de corazón y un batido de fresas; lo decoráis con algunos detalles, lo metéis todo en una cesta y ya tenéis un regalo para vuestra pareja lleno de amor, fácil de hacer y muy vistoso.


Otra idea bonita y fácil de preparar como regalo son unos cupcakes en un tarro. Yo preparé unos sencillos cupcakes de frambuesas con crema de mascarpone encima, un poco de mermelada en el fondo y una frambuesa para decorar. Los publiqué hace casi cuatro años en el blog (fueron un detalle para mis padres) y por aquel entonces no estaban todavía de moda las cucharitas de madera (mucho más prácticas para regalar que éstas de metal, sin duda).


Esta manualidad la recuerdo con especial cariño porque fue la primera que publiqué en el blog, allá por agosto de 2009. Es un tarro de Nutella lleno de alubias de gominola y decorado con un par de cosas que tenía por casa. Se lo regalé al Chico Pecoso cuando todavía no vivíamos juntos y, a pesar de lo sencillo de la idea, es una de las sorpresas que más ilusión le han hecho. Igual que el talonario con cupones de amor canjeables por una cena romántica, un masaje o cualquier cosa que se os ocurra. Son detalles sencillos pero llenos de amor.

Espero que todas estas ideas os hayan servido de inspiración para sorprender a vuestras parejas el próximo sábado y que os lo agradezcan con millones de besos y muchísimo amor.

¡Feliz domingo y feliz San Valentín!


Pavlova de chocolate y frutas del bosque

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Hacía tiempo que quería preparar esta pavlova, un postre que debe su nombre a la bailarina de ballet rusa Anna Pávlova y que, a pesar de componerse únicamente de merengue, nata y frutas, resulta espectacular. Yo me decanté por hacer el merengue de chocolate y rellenarlo con una mezcla de frutas del bosque: arándanos, moras, frambuesas, fresas y grosellas.

La pavlova es como la hermana mayor del Eton mess, ese postre inglés a base de trozos de merengue, nata y fresas y cuyo nombre hace referencia al "desorden" con que se sirven los ingredientes. Sin embargo, la pavlova tiene una presentación mucho más ordenada, tiene forma de tarta y se puede hacer de un piso, de dos (como he hecho yo) o hasta de cuatro, si queremos. La receta que he utilizado para el merengue de chocolate la he sacado de aquí.

Ingredientes:

- 4 claras a temperatura ambiente
- 170 gr. de azúcar glas
- 3 cucharaditas de harina de maíz
- 1 cucharadita de vinagre de vino blanco
- 3 cucharaditas de cacao puro en polvo
- Una pizca de sal
- 250 ml. de nata para montar (con 35% de materia grasa)
- 2 ó 3 cucharadas de azúcar (para la nata)
- Arándanos, moras, frambuesas, fresas y grosellas (unos 100 gr. de cada fruta)
- Virutas de chocolate negro y azúcar glas (para decorar)

Precalentamos el horno a 150º y preparamos dos bandejas con papel vegetal. Con la ayuda de un plato, dibujamos un círculo de unos 18-20 cm. de diámetro en cada papel y les damos la vuelta, para que el merengue no esté en contacto con el dibujo.

Batimos las claras con una pizca de sal hasta que formen picos blandos. Vamos añadiendo el azúcar cucharada a cucharada, sin dejar de batir, hasta formar picos firmes. Cuando el merengue esté casi listo, añadimos la harina de maíz, el vinagre y el cacao en polvo, y acabamos de batir.

Repartimos el merengue entre los dos círculos que hemos dibujado y alisamos la superficie, dejando los lados un poco más altos que el centro.

NOTA: Para que no se mueva el papel vegetal al extender el merengue, podéis poner un poco en las esquinas para fijar el papel a la bandeja.

Horneamos los merengues a 120º durante 45 minutos. Pasado este tiempo, apagamos el horno y los dejamos enfriar dentro una hora más.

Yo os recomiendo que horneéis primero un merengue y luego otro (o los dos en la misma bandeja, si os caben), porque yo los horneé a la vez en dos bandejas y el que estaba en la bandeja de abajo no quedó igual de bien que el de arriba, apenas subió en el horno y no quedó tan crujiente por fuera como el otro.

Montamos la nata con el azúcar (yo suelo poner unas 2 ó 3 cucharadas, pero si os gusta más dulce, podéis ir añadiendo más). A continuación cubrimos la primera capa de merengue con la mitad de la nata montada y unas cuantas frutas.

Hacemos lo mismo con la segunda capa de merengue, la cubrimos con el resto de nata montada y decoramos con más frutas, esta vez formando una pequeña montaña.

Para finalizar, espolvoreamos nuestra pavlova con un poco de azúcar glas y unas cuantas virutas finas de chocolate negro, y servimos inmediatamente para que no se humedezca el merengue.

El merengue de la pavlova es delicioso, crujiente por fuera y tierno por dentro. Y al cortarlo se puede apreciar el color intenso del chocolate y su delicado sabor que, en combinación con la nata y las frutas hacen de este sencillo postre una auténtica maravilla.

Si lo preferís, podéis hacer una pavlova totalmente blanca preparando merengue normal en lugar de chocolate. También podéis hacer, con estas mismas cantidades, una capa gruesa de merengue y preparar una pavlova de un solo piso, una opción algo más rápida e igual de buena.

Si no os termináis toda la pavlova el mismo día, podéis guardarla en la nevera. El merengue ya no estará crujiente, pero el sabor seguirá siendo delicioso.

Esta tarta es todo un acierto en cuanto a sabor y presentación. Si tenéis invitados en casa, lo ideal es dejar la nata y las capas de merengue preparadas, y montar la pavlova justo antes de sacarla a la mesa.¡Se quedarán sin palabras!

¡Feliz domingo!


10 tips de fotografía que uso en el blog

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Se podría decir que en los más de cinco años que llevo escribiendo este blog una de las cosas que más ha cambiado es la fotografía. En el tema de las recetas, sobre todo, se puede ver una clara evolución desde las primeras fotos que publiqué y que hacía con una cámara compacta, con luz artificial y sin editar, a las fotos de ahora, con cámara réflex, luz natural y editadas en ordenador. 

Por eso y porque muchas veces me preguntáis por la cámara que utilizo, objetivo, etc., he querido compartir con vosotros algunos consejos básicos que pongo en práctica cada semana en las fotos que veis en el blog y que a lo mejor os sirven de ayuda para las vuestras.

1. El ángulo de disparo 

Es importante decidir el ángulo de disparo que queremos utilizar y reconocer cuál es el que más favorece a nuestros platos. Los ángulos cenitales quedan muy bien en las fotografías culinarias, pero a mí me gustan también los ángulos picados, porque considero que a veces aportan más información a la imagen.

A la izquierda: ángulo cenital. A la derecha: ángulo picado.
Para tomar este tipo de fotos rara vez utilizo trípode, me gusta hacer las fotos cámara en mano y suelo subirme al banco del comedor (e incluso a la mesa) para las fotografías cenitales. 

De todas maneras, os recomiendo que probéis muchos ángulos distintos y os quedéis con el estilo que más os guste o más le vaya al tipo de plato. Por ejemplo, al fotografiar una tarta de varios pisos, me gusta hacer siempre algunas fotos a su altura.


2. Utiliza luz natural

La diferencia entre hacer las fotos en casa con luz artificial a hacerlas con luz natural es enorme. Cuando empecé con el blog, hacía las recetas al volver del trabajo, por la tarde o por la noche, y no me quedaba más remedio que hacer las fotos con luz artificial. Pero cuando empecé a hacer las fotos los fines de semana y vi la diferencia, ya no volví a hacerlas nunca más con luz artificial. En verano, al haber más horas de luz puedo hacer fotos entre semana, pero en invierno esto se convierte en misión imposible, y mis sesiones se tienen que limitar a los fines de semana (y más teniendo en cuenta que fotografío tanto el resultado final como el paso a paso de cada receta).

A la izquierda: luz artificial. A la derecha: luz natural


La elección de la dirección de la luz también es importante según el estilo que queráis darle a las fotos. Una de las iluminaciones que más me gusta es cuando la luz principal viene desde atrás (es decir, a contraluz). Aunque normalmente, para que el objeto no quede oscuro por delante, es necesario usar un reflector. Otra opción que también suelo utilizar es colocar los objetos con la luz principal a un lado. En ambos casos la mesa recibe un segundo foco de luz (aunque menos intensa) lateral y trasera respectivamente, como podéis ver en las fotos.

A la izquierda: luz principal trasera. A la derecha: luz principal lateral.
Para esto me vienen genial los paneles japoneses de Ikea que tenemos en el salón y que uso a modo de difusor (para que la luz no sea tan dura). Luego coloco el reflector (yo tengo éste) en una silla junto a mí o lo sujeto con unas pinzas al trípode.

El trípode lo utilizo muy poco, únicamente cuando quiero hacer fotos en las que aparezcan mis manos, por ejemplo, cortando un bizcocho, rallando chocolate, etc.


3. Usa el modo manual de tu cámara

Como os comentaba al principio del post, durante los primeros años del blog utilicé una cámara compacta automática que no me dejaba muchas posibilidades de ajustes para las fotos y que además tenía una óptica malísima (muchísimo peor que los móviles que tenemos ahora). Todo mejoró con nuestra primera réflex digital, la Nikon D3100 (la más básica de la gama pero más que suficiente para hacer buenas fotos), con la que empecé a disparar en modo manual. Os recomiendo que dejéis aparcado el modo automático para disparar con mayor libertad en modo manual, eligiendo la velocidad de obturación y apertura de diafragma que más os convenga para cada momento (si no sabéis qué son estas cosas, aquí tenéis una pequeña guía).

Ahora tenemos una nueva réflex, la Nikon D7100, que es mejor que la anterior y hace las fotografías más nítidas, pero donde realmente he notado diferencia ha sido en la capacidad de aumentar la ISO (equivalente a la sensibilidad del carrete) sin que salga ruido en la foto y aprovechar, de este modo, las últimas horas de luz del día.


4. La elección del objetivo

El objetivo que uso siempre en las fotos de recetas desde hace más de dos años es el 35 mm 1,8f (antes usaba el 18-55 mm que traía la cámara de serie). Igual os preguntáis por qué uso un 35 mm. y no un 50 mm como utilizan Jackie Rueda y otros fotógrafos para este tipo de fotos. Esto es porque mi cámara no es full frame como la de ellos sino crop sensor (las cámaras full frame son más profesionales ya que su sensor es de mayor tamaño), así que mi 35 mm equivale a su 50 mm en una cámara full frame. Si tenéis una cámara réflex crop sensor y os compráis un 50 mm, en realidad equivaldría a algo así como un 75-80 mm (dependiendo si usáis Nikon o Canon) en las cámaras de estos fotógrafos.

La principal virtud del 35 mm (ó 50 mm en full frame) es que te da un ángulo de visión muy similar a la de tu ojo. El mío tiene una apertura 1,8f por lo que además aporta muchísima luminosidad a la foto y también claridad al ser de focal fija. En aperturas grandes(cuando la profundidad de campo es muy pequeña) consigue unos desenfoques muy bonitos, con un bokeh muy marcado (los circulitos que veis en la foto de arriba).


5. El balance de blancos

El balance de blancos es fundamental para que una fotografía saque los tonos reales que vemos nosotros. Mis fotografías del principio con la cámara compacta automática, al ser en interiores, tenían unos balances de blancos horribles: algunas eran azules, otras amarillas…

A la izquierda: balance de blancos incorrecto (la foto está azulada). A la derecha: balance de blancos correcto.
Ahora hago balance de blancos cada vez que inicio una sesión de fotos e incluso varias veces si ha pasado algo de tiempo entre fotos (preparación, horneado, etc.), porque la luz natural va variando. De este modo me aseguro de que los colores que aparecen en las fotos son los reales. Alguna vez con las prisas se me ha olvidado hacer balance de blancos y para eso me ha venido muy bien disparar en RAW (equivaldría a la imagen sin revelar), porque así puedo corregir perfectamente la temperatura de color de la imagen en el ordenador.


6. La importancia de los detalles

En casa tengo varias teteras, unas cuantas tazas y boles de colores, manteles y servilletas con diferentes estampados, cucharitas y algunos objetos más que, además de utilizar a diario en casa, me sirven para decorar las escenas de desayunos y meriendas que os enseño en el blog. Yo me suelo decantar por los platos blancos para que la comida que hay en ellos destaque sobre el fondo. 

También me gusta incluir algunos elementos de color en la decoración, que pueden venir de los diferentes elementos que complementan la escena (cucharitas, boles, etc.) o también de flores frescas, algo que me gusta mucho tener en casa. Mis favoritas son las margaritas (blancas, moradas, amarillas…) porque son bonitas, sencillas y, si son frescas, aguantan muy bien varias semanas.
 
Luego intento decorar la escena coordinando los colores de todos estos elementos e intentando que no le roben protagonismo al postre, que es lo realmente importante en la fotografía.


7.  Edita la imagen

Es importante usar algún programa de edición de imagen para las fotos que queremos publicar en el blog. Yo utilizo Photoshop desde hace muchos años, que es mucho más sencillo de lo que os pueda parecer a primera vista. Aunque la cosa se complica cuando tengo a Miranda encima y le da por empezar a tocar todos los botones. :)

Las cosas que suelo retocar en una foto son la luz, el encuadre y las dimensiones (para que se ajusten al ancho de mi blog de 600px). Y, como os comentaba en el punto 5, si viendo la foto en el ordenador me parece que el balance de blancos no ha quedado bien, también retoco la temperatura de color. Todo esto lo suelo modificar en el RAW de la imagen, que contiene más información que el JPG (formato comprimido de la imagen), aunque en éste también lo podéis hacer.


8. Utiliza productos frescos (y sé rápido)

El mejor consejo que os puedo dar para que los postres parezcan apetecibles es que realmente lo sean, y eso se consigue utilizando productos frescos de la mejor calidad posible y tratándolos con cariño. En publicidad ya sabemos que utilizan muchas triquiñuelas para hacernos la comida más apetitosa (podéis verlo en este interesante post de Directo al Paladar), pero lo más honesto para que las personas que hagan nuestras recetas no se decepcionen con sus resultados es fotografiarlas tal y como son. 

Al usar productos frescos es fácil que se oxiden en el periodo de tiempo que estamos haciendo los fotos y pierdan su color habitual. En algunos casos podemos usar un poco de limón para retrasar su oxidación (en una manzana cortada o un aguacate, por ejemplo), pero lo mejor es que seáis rápidos haciendo las fotos para que todos los elementos estén en su punto perfecto. Las veces que más prisa me he tenido que dar para hacer las fotos ha sido con los soufflés de chocolate, que empezaban a bajarse a los tres minutos de sacarlos del horno, y con los helados porque, a pesar de encender el aire acondicionado, a los pocos minutos comienzan a derretirse.

9. Planifícate

Como ya sabéis los que me seguís desde hace tiempo, en las recetas y también en los DIY pongo siempre fotos del paso a paso, porque creo que os puede ayudar a la hora de la elaboración. Para ello, muchas veces apunto qué fotos del proceso quiero realizar y así me aseguro de que luego no se me olvida ningún paso, porque normalmente no se puede volver atrás. 

Alguna vez incluso he dibujado un pequeño storyboard (costumbres de cuando estudiaba Comunicación Audiovisual) para tener una idea más clara de las fotos que quiero hacer, como por ejemplo en el post sobre el anuncio de mi embarazo para explicarle al Chico Pecoso qué imágenes quería mostrar. 

 Él siempre se ríe de mis dibujos porque son malísimos, pero lo importante es que se entienda lo que quieres fotografiar.


10. Busca inspiración y encuentra tu estilo

Algunos libros de recetas o de fotografía culinaria son una magnífica herramienta para buscar inspiración. Me encantan las fotos de Linda Lomelino, Katie Quinn Davies, Aran Goyoaga, Silvia Palmao The Kinfolk Table, por citar algunos de mis favoritos. De ellos saco muchas ideas para la ambientación de la escena y la decoración de los platos. También utilizo mucho Pinterest, una fuente inagotable de inspiración que me resulta muy cómoda de visitar desde el ordenador, móvil o tablet. Utilizo esta plataforma a menudo para buscar ideas de recetas o presentaciones, que luego acerco a mi propio estilo.

Como ya habéis visto, me gusta especialmente preparar la ambientación de las recetas como meriendas o desayunos, porque así luego aprovechamos para comérnoslo. Eso sí, después de media hora haciendo fotos, lo que es caliente lo comemos frío y lo que es frío, lo comemos caliente (la dura vida del food blogger). También habréis visto que suelo poner fotos con cajitas de dulces para regalar. Esto no es únicamente decoración para la foto, sino que repartimos entre nuestros amigos y familiares muchas de las recetas que veis en el blog, porque sería imposible comernos nosotros dos solos todo lo que preparo. 
 
Espero que estos diez pequeños consejos os hayan servido para vuestras futuras fotografías. Están escritos desde mi experiencia personal con el blog, ya sabéis que no soy fotógrafa profesional, así que se admiten correcciones a cualquiera de los puntos que he señalado, para poder seguir mejorando en este campo.

¡Feliz domingo!


Trufas de chocolate

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En mi familia somos todos muy aficionados al chocolate, especialmente mi padre. Y de todos los dulces que se pueden elaborar con chocolate, yo creo que las trufas son su debilidad. Por eso, cuando vi lo sencillas que eran de preparar, decidí sorprenderle con una cajita de trufas de chocolate caseras, que no tienen nada que envidiar a las de Godiva (bueno, sí, pero poco).

La receta la saqué de esta página donde tienen una aplicación genial en la que eliges los sabores que quieres utilizar para tus trufas y te sale la receta personalizada. Yo quería hacer unas trufas clásicas de chocolate negro, así que en la parte de ingredientes adicionales simplemente escogí la vainilla y la sal (me gusta cómo potencian el sabor del chocolate), pero podéis añadirle licores o lo que os apetezca.

Ingredientes: (para unas 50 trufas)

- 340 gr. de chocolate negro
- 240 ml. de nata para montar
- 1 vaina de vainilla
- 1/4 de cucharadita de sal
- 2 cucharadas de mantequilla sin sal a temperatura ambiente

Para las coberturas:

- 100 gr. de chocolate negro
- Cacao en polvo
- Azúcar glas
- Coco rallado
- Almendra crocanti
- Pistachos picados

Ponemos la nata en un cazo a fuego medio. Abrimos la vaina de vainilla por la mitad, sacamos las semillas y lo echamos todo (semillas y vaina) dentro de la nata. Removemos de vez en cuando hasta llevarlo a ebullición, después retiramos el cazo del fuego, lo cubrimos y lo dejamos infusionar una hora aproximadamente.

Picamos el chocolate muy fino (podemos utilizar un triturador eléctrico si nos resulta más cómodo). Volvemos a poner la nata a fuego medio y cuando esté caliente, lo apagamos e incorporamos el chocolate picado y la sal. Removemos hasta formar una mezcla cremosa y, a continuación, añadimos la mantequilla y mezclamos bien hasta que se haya incorporado del todo.

Colocamos la mezcla en un recipiente tapado con papel film (en contacto con el chocolate) y refrigeramos durante dos o tres horas.

Pasado este tiempo, sacamos la crema de chocolate de la nevera y, con la ayuda de una o dos cucharas, formamos bolitas con la masa y las ponemos en una bandeja cubierta con papel vegetal.

Yo no conseguí que con las cucharas quedaran esféricas, así que fui sacando la mezcla con una cuchara pero formé las trufas con las manos. Es muy sencillo, aunque te embadurnas bastante de chocolate, y hay que hacerlo rápido para que no se deshagan.

Una vez hemos formado todas las trufas, las refrigeramos durante al menos 20 minutos antes de añadir las coberturas.

Luego las sacamos y las cubrimos con los ingredientes que hayamos escogido. Con algunos de ellos no es necesario usar chocolate fundido (como el cacao, el azúcar glas o el coco). Simplemente cogemos la trufa entre nuestras manos para atemperarla un poco y la hacemos rodar por la cobertura elegida.

Para el resto de ingredientes (pistachos, almendra crocanti y fideos de chocolate), sí os aconsejo bañar primero la trufa en chocolate fundido para que la cobertura se adhiera mejor. Ponemos un poco de chocolate fundido en la palma de la mano, hacemos rodar la trufa hasta cubrirla por completo y luego la pasamos al bol con la cobertura que queramos. Una vez cubiertas, dejamos las trufas en una bandeja con papel vegetal hasta que el chocolate se haya endurecido por completo.

Esto lo podéis hacer con todas las trufas, independientemente de la cobertura elegida, si queréis que tengan una fina capa de chocolate crujiente cubriendo su interior más tierno.

Yo dejé tres tipos de trufas blanditas (cacao, azúcar glas y coco) y otras tres crujientes (virutas de chocolate, pistachos y almendra crocanti).

Estas trufas son sencillísimas de preparar, como habéis visto, y están deliciosas. Tienen un intenso sabor a chocolate y una textura fundente y cremosa.

Mis favoritas son las de cacao, clásicas y con un toque amargo. También las de almendra crocanti, dulces y crujientes. Cada cobertura les da un toque distinto a las trufas, pero están todas riquísimas. El coco les aporta suavidad; los pistachos, contraste, al ser más salados; y el azúcar y los fideos de chocolate, más dulzura. Un surtido para todos los gustos.


Podéis meterlas en cajitas para regalar, usando cápsulas de papel pequeñas y un poco de papel de seda. Además, ahora que está cerca el Día del Padre, puede ser un regalo casero perfecto para todos esos padres golosos y amantes del chocolate, como el mío.

O para degustar en casa acompañadas de un café o té entre amigas. Aunque, como salen tantas trufas de una sola vez, podéis hacer las dos cosas.


Yo la próxima vez seguro que me animo a prepararlas con algún licor o sabor distinto. ¡Que las disfrutéis!

¡Feliz domingo!



DIY: Cake stand con platos y tazas

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Hoy os traigo un post "do it yourself" que hemos hecho esta semana y que me tiene enamorada. ¡No paro de mirarlo de lo bonito que es! Se trata de un cake stand estilo "Alicia en el País de las Maravillas" (ya os he comentado alguna vez lo mucho que me gusta ese libro), que hemos hecho el Chico Pecoso y yo a partir de varios platos y una taza.

Es un DIY que llevábamos pensando algún tiempo, desde que descubrí estos cake stands tan bonitos (pero tan caros), que llevan años en mi "wish list". Hemos tardado en animarnos a hacerlo por miedo a romper los platos con el taladro y porque no sabíamos cómo solucionar el tema de la taza (que para mí era imprescindible), pero a continuación os explico todo paso a paso.

Lo primero que hicimos fue elegir los platos que iba a llevar el cake stand y para eso recurrí a la preciosa tienda My Home Style y compré varios platos de la marca Greengate con diferentes estampados y tamaños (25 cm, 20,5 cm y 15 cm) pero con colores similares. También podéis utilizar platos desparejados que tengáis en casa o platos antiguos comprados en el rastro, por ejemplo. Yo compré la taza en Amazon UK porque buscaba un estilo muy concreto, pero en Zara Home también tienen tazas preciosas que os pueden servir. Las varillas para el cake stand son muy baratas, yo compré un pack de tres en Amazon España por 8 euros. El resto de cosas que necesitáis para el DIY las podéis conseguir fácilmente en cualquier ferretería, como la broca para cerámica de 6 mm.

Antes de arriesgarnos a taladrar uno de los bonitos platos de Greengate, hicimos la prueba con uno de Ikea y quedó fenomenal. Para absorber las vibraciones del taladro colocamos un bloque de plastilina debajo del plato, sobre una tabla de madera. También cubrimos la parte superior del plato con washi tape para repartir la tensión y evitar desconchones, y dibujamos el centro con un compás.

A la hora de empezar a taladrar es conveniente hacer la primera muesca con un clavo y un martillo para que la broca no se mueva. 


Además, es necesario quitar el percutor y añadir de vez en cuando agua sobre el plato para evitar que la broca se caliente demasiado. Hay que tener cuidado de no tocar el taladro con las manos mojadas y llevar gafas como protección mientras taladramos, por las esquirlas que puedan saltar.

Se tarda bastante en hacer cada agujero (a nosotros nos costó unos 10 minutos por cada plato), así que tened paciencia. Esa es la única complicación del DIY, el resto es simple montaje.

Si queréis un cake stand únicamente de platos, os servirá con los utensilios que vienen con las varillas: varios discos de goma y un tornillo. Pero si queréis añadir una taza, como nosotros, tenéis que solucionar el problema del grosor de la taza + platito.

Para eso, al Chico Pecoso se le ocurrió una idea tan sencilla como genial: darle la vuelta a las varillas para poder incluir en esa parte una varilla roscada del tamaño necesario (la podéis encontrar en cualquier ferretería y os la cortan al tamaño que queráis), en nuestro caso de 6 mm de grosor y 40 mm de largo. Lo único que hay que cambiar es el tornillo final por una tuerca fina que quedará debajo del plato grande y no se notará si vuestro plato tiene hueco debajo, como suele ser habitual.

Lo bueno de este cake stand es que podéis desmontarlo para guardar y además montarlo del tamaño y pisos que queráis para cada ocasión: con taza, sin taza, con dos pisos grandes, con dos pisos pequeños, con tres pisos, con cuatro...

Y si en vez de tres platos, agujereáis más de distintos colores, podéis ir combinando vuestro cake stand de acuerdo a la decoración que queráis poner.

No le tengáis miedo a este DIY, porque es mucho más fácil de lo que parece. Y os aseguro que vuestros tés y meriendas lucirán aún más bonitos con este cake stand hecho por vosotros. 

Nosotros celebramos un delicioso "no cumpleaños" para estrenarlo.

¡Feliz domingo!


Galletas de ositos con almendras y M&M's

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Hace poco vi en Pinterest estas galletas con forma de osito abrazando una almendra y me parecieron tan graciosas que estaba deseando hacerlas. Son facilísimas y muy divertidas para hacer con los niños (me apetece un montón que Miranda sea un poco más mayor para hacer estas cosas con ella). 

Las podéis hacer con vuestra receta de galletas preferida. Yo he utilizado esta receta clásica de galletas de mantequilla de mi tía, que os recomiendo porque, además de estar riquísimas, la masa es muy fácil de trabajar.

Ingredientes:

- 250 gr. de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 200 gr. de azúcar glas
- 1 huevo
- 1 yema (podéis reservar la clara para pintar las galletas, pero yo las prefiero sin pintar)
- 500 gr. de harina

Formamos un volcán con la harina y ponemos dentro el resto de ingredientes: el azúcar glas, el huevo, la yema y la mantequilla en cubos pequeños. Mezclamos bien todo con las manos o con la ayuda de un tenedor (yo suelo usar esto porque es muy práctico) y formamos una bola con la masa. Dividimos la masa en dos mitades, las envolvemos con papel film y las dejamos reposar en la nevera media hora.

Pasado ese tiempo, colocamos una de las mitades de la masa sobre una superficie enharinada, la extendemos con el rodillo y cortamos los ositos (el cortador lo compré aquí, pero también lo podéis encontrar aquí).

Colocamos todos los ositos cortados sobre la bandeja del horno con papel vegetal encima y, con ayuda de un lápiz, dibujamos los ojitos y la nariz de los ositos.

A continuación, colocamos una almendra sobre cada osito y la cerramos con los bracitos del oso, como si la estuviera abrazando. Puede que los brazos se despeguen del cuerpo al doblarlos, pero los apretamos un poco contra el cuerpo para volver a fijarlos y listo.

Yo pongo las almendras crudas, pero si lo preferís podéis asarlas un poco en el horno primero. Además de almendras, podéis utilizar cualquier otro fruto seco o incluso M&M's, como hice yo.

Precalentamos el horno a 200º durante unos 10 minutos y luego lo bajamos a 170º y metemos las galletas.

Las horneamos durante unos 15 minutos y, pasado este tiempo, las sacamos y las dejamos enfriar sobre una rejilla.

Salen un montón de galletas (unos60 ositos aproximadamente), así que yo metí unas cuantas en cajitas de cartón para regalar.

Y el resto nos las quedamos nosotros para merendar, porque al Chico Pecoso le encantan, son unas de las galletas que más le gustan.

Si queréis, además de los ojos y la nariz, podéis dibujarles orejitas, ombligo, zarpas, etc.

Son unas galletas de mantequilla muy ricas, crujientes y fáciles de preparar. Y si además las hacéis en forma de ositos abrazando almendras, son absolutamente adorables. ¡Que las disfrutéis!

¡Feliz domingo!


10 consejos para un picnic perfecto

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Como ya habréis visto en Instagram, el domingo pasado disfrutamos de un fantástico picnic en el antiguo cauce del río Turia en muy buena compañía: Macarena, Teresa, Pili, Rebeca, Cristina, Teresa, Zoe, Merche y María (podéis ver las preciosas fotos que hizo Macarena del picnic en su blog).

Esto me recordó que hacía tiempo que quería compartir con vosotros algunos consejos básicos que personalmente siempre tengo en cuenta a la hora de hacer un picnic. La mayoría son bastante obvios, pero otros los he aprendido después de unos cuantos picnics (lo habréis visto en los diferentes posts sobre este tema que he ido publicando en el blog):


1. Elige el lugar

La lista de lugares donde podéis hacer picnics es muy larga: campos, parques, lagos, ríos, montañas, playas... Nosotros incluso hicimos uno una vez junto a una preciosa cascada, en el Salto de la Novia. Lo más importante del sitio es que estemos cómodos, que no sea complicado llegar con las cosas del picnic y que las vistas sean bonitas. Mis sitios preferidos son los que tienen agua cerca y mucho verde.

2. Que la hora del día no te limite

No hace falta que todos los picnics sean a la hora de la comida, podemos adaptar el lugar y la comida a la hora que más nos apetezca. Yo disfruté muchísimo del picnic desayuno que hicimos en un parque cercano a nuestra antigua casa. En julio en Valencia hace mucho calor, pero como era temprano, el sol no calentaba demasiado (aunque igualmente nos pusimos a la sombra). Además, a esa hora no había prácticamente nadie en el parque y todo estaba muy tranquilo. 


Otra opción distinta de lo habitual fue el picnic de invierno que hicimos en la Albufera mientras disfrutábamos de la puesta de sol con un chocolate caliente y unas cookies.

3. La importancia del mantel

En nuestros primeros picnic llevábamos únicamente una manta o un mantel donde servir la comida y sentarnos cómodamente. Esto en muchos sitios es suficiente, pero en otros el césped puede estar húmedo y, al cabo del rato, se empieza a calar esa humedad a través del mantel o la manta. Por eso ahora nosotros siempre llevamos un mantel impermeable para poner debajo de la manta que vayamos a utilizar. 

También venden mantas de picnic con una cara impermeable (como la que nos pusieron en el picnic en la campiña inglesa) para evitar estas cosas. Por cierto, un arnés para mantas (podéis ver una foto del mío un poco más abajo) viene fenomenal para transportar cómodamente las mantas o manteles que vayamos a usar en el picnic.

4. Lleva comida fácil de transportar y servir

Obviamente hay que evitar alimentos que deban servirse recién hechos y que haya que comer calientes o muy fríos (a no ser que sean bebidas en un termo), pero también los que sean difíciles de transportar o los que haya que comer con cuchillo y tenedor. Lo mejor son cosas que se puedan comer con la mano o simplemente pinchar con un tenedor. Si queremos llevar algo de carne, lo recomendable es que sea en bocadillo, sandwich o en forma de "nuggets", por ejemplo. También van muy bien las tartas, tanto dulces (tipo "pie") como saladas (tipo quiche), que se puedan comer a temperatura ambiente y sean fáciles de transportar. Y también las ensaladas o incluso las tablas de quesos, ya que éstos se pueden comer fácilmente solos o con un poco de pan. 

Una opción para llevar las ensaladas u otros platos en formato individual es utilizar tarros de cristal, como hicimos nosotros con los yogures con cereales y fruta del desayuno. Para la bebida, las botellas individuales son mejores que los vasos o copas, porque nos ahorramos el problema de servir líquidos y además pueden estar cerradas mientras no estamos bebiendo, lo que evita posibles derrames.

5. Planifica

No es sólo porque yo sea una loca de las listas, es que en este caso es fundamental. Imagina que has recorrido una hora en coche para llegar a esa preciosa cascada y al llegar te das cuenta de que se te han olvidado las bebidas o el mantel. 

Haz una "checklist" con todas las cosas que creas que necesitas para el picnic y comprueba antes de salir que no se te olvida nada. Aquí os podéis descargar una lista para imprimir (en inglés). Si es un picnic en grupo, podéis usar Google Drive para editar un documento entre todos de forma colaborativa y saber qué va a llevar cada uno.

6. Comodidad ante todo

En nuestros primeros picnics pecamos de novatos en este tema, siempre llevábamos muchísimo peso y, si no podíamos aparcar cerca del sitio, nos costaba una barbaridad cargar con todo hasta el lugar del picnic. Yo tengo una cesta de picnic grande muy bonita (para cuatro personas con platos, copas, tazas, cubiertos...), que me regalaron mis amigos hace unos cuantos años, y precisamente es la que menos hemos llevado de picnic (solamente un par de veces) por lo mucho que pesa. 

Lo mejor es que, con vuestra "checklist" delante, seleccionéis sólo lo necesario y lo acopléis para que quepa todo en una única cesta cómoda y manejable.

7. Algunas cosas imprescindibles

Si nunca has hecho un picnic antes, hay cosas en las que no piensas y que ahora a mí me resultan imprescindibles. En esta categoría están las bolsas de basura, para recoger todo una vez finalizado el picnic, servilletas o toallitas de sobra, una tabla de madera para cortar o servir comida y para llenar de forma más estable tazas o vasos, un buen cuchillo (las cucharas y tenedores pueden ser de madera o plástico, pero los cuchillos si queremos que corten, mejor que sean de verdad). Y, aunque en principio vayamos a estar a la sombra, nunca viene mal llevar un sombrero y, por supuesto, protección solar.

8. Si estás de viaje, busca restaurantes con picnics para llevar

Como habéis visto en la lista de posts sobre picnics, prácticamente ninguno de nuestros viajes se libra de un buen picnic. Cuando planificamos los viajes siempre buscamos en el destino en cuestión alguna tienda o restaurante que ofrezca servicio de picnics para llevar a algún parque cercano. 

En Roma, encargamos un picnic en el delicioso restaurante Gina y lo pudimos disfrutar en Villa Borghese, un precioso parque con lago incluido a unos pocos metros del restaurante. Y en la campiña inglesa encontramos Cowley Manor, uno de los sitios más bonitos que he tenido la suerte de visitar, donde nos prepararon un picnic increíble para disfrutar en sus enormes jardines.

9. Si no los encuentras, olvídate de todo lo anterior e improvisa

Tanto en Alsacia como en Nueva York, no encontramos ningún sitio como los que os comentaba en el punto anterior, así que organizamos los picnics nosotros mismos con muy pocas cosas. En Alsacia fuimos al mercado de Colmar, compramos algo de comida típica de la zona, copas de plástico y un par de cuchillos y nos fuimos a un precioso parque a disfrutar del picnic. 

En Nueva York fue todavía más improvisado, simplemente fuimos a Dean & Deluca, compramos la comida y bebida que quisimos y utilizamos sus bolsas gigantes de improvisado mantel (y asiento) sobre el césped de Central Park.

10. Disfruta de la compañía

Da igual que nuestro picnic esté perfectamente organizado o que sea totalmente improvisado, lo más importante de todo es disfrutar de ese rato en buena compañía. Y si encima la comida es deliciosa y las vistas son preciosas, un sencillo picnic se convierte en un plan diez.



Espero que estos pequeños consejos os ayuden a planificar vuestros picnics con facilidad y a no olvidar ningún detalle importante, pero si aún así se os olvida, recordad que podéis disfrutar de un picnic con muy poco y en cualquier parte.

¡Feliz domingo!

P.D.: En mi Pinterest podéis encontrar dos tableros sobre picnics: uno con todos los picnics que he publicado en el blog y otro con inspiración para los próximos.


Crumble de fresas silvestres

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Tenía muchas ganas de que llegara la temporada de fresas para hacer este clásico crumble que, además de rico, es sencillísimo de preparar. Pero en lugar de utilizar fresas normales (o fresones) en su elaboración he querido utilizar mi fruta preferida: fresitas silvestres. Por supuesto, si no las encontráis, podéis usar fresas normales y el crumble estará igualmente delicioso.


Yo he preparado la receta en moldes individuales, pero también la podéis hacer en un único molde grande.

Ingredientes: (para 4 personas)

- 400 gr. de fresas silvestres
- 80 gr. de azúcar
- 1 cucharada de harina de maíz
- 2 cucharaditas de esencia de vainilla
- 75 gr. de harina de trigo
- 50 gr. de mantequilla fría
- 50 gr. de azúcar moreno
- 30 gr. de almendras en láminas
- 30 gr. de avena

Precalentamos el horno a 200º y comenzamos preparando la masa del crumble. Mezclamos la harina con la mantequilla cortada en cubitos pequeños hasta formar una especie de migas gruesas (podemos hacerlo con las manos o con el utensilio que veis en la foto). 

A continuación añadimos el azúcar moreno, la avena y las almendras y lo mezclamos todo bien. La receta clásica del crumble lleva únicamente harina, azúcar y mantequilla, pero la avena y las almendras le dan una textura aún más crujiente. 


Reservamos la masa del crumble en la nevera mientras preparamos las fresas (podemos dejarlo hecho el día anterior si queremos tardar todavía menos). Lavamos y secamos bien las fresas y las mezclamos en un recipiente con el azúcar, la harina de maíz y la vainilla. Repartimos esta mezcla entre los cuatro moldes.


Después los cubrimos con la masa del crumble que habíamos reservado, lo repartimos de manera uniforme y presionamos ligeramente.


Horneamos nuestros crumbles a 200º durante 30 minutos aproximadamente, hasta que veamos que las migas están doradas.

Pasado este tiempo, sacamos los moldes del horno y los dejamos enfriar 10 minutos antes de servir.

Lo ideal en un crumble es tomarlo templado acompañado con un poco de helado o nata montada, pero también podéis dejar que se enfríe del todo si lo preferís.

La superficie crujiente del crumble, hecha con almendras y avena, resulta deliciosa en combinación con el dulce relleno de fresitas silvestres y el ligero aroma de la vainilla.

Como veis es un postre facilísimo y muy rápido de preparar, como todos los que os he enseñado desde que nació Miranda. Y es que ahora el tiempo libre es tan escaso que lo que más agradezco es poder hacer postres sencillos y ricos que no me lleven apenas tiempo.

El crumble es como el sustituto rápido del clásico "pie" y, por supuesto, lo podéis preparar con cualquier otra fruta que os guste (melocotón, arándanos, moras, pera, ruibarbo...). Nosotros en la campiña inglesa probamos el crumble de manzana y, aunque era muy ácido, estaba delicioso.

Aprovechad la temporada de fresas para preparar este rico crumble en cualquiera de vuestras próximas comidas o meriendas primaverales.

Es un postre tan sencillo que resulta casi imposible que salga mal. Os animo a que lo probéis, porque estoy segura de que no vais a dejar ni las migas.

¡Feliz domingo!


Vacaciones

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¡Hola a todos!

Me paso por aquí un momentito para informaros de que esta semana y la próxima no habrá post. Me voy a tomar unas pequeñas vacaciones en el blog y aprovechar para hacer un montón de cosas que tengo pendientes y preparar otras tantas que se avecinan. También quiero ponerme al día con vuestros e-mails, consultas que me habéis hecho en los comentarios, etc. Así que nos vemos de nuevo después de Pascua.

¡Feliz domingo y felices fiestas!

Desayuno para llevar

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Ya estoy de vuelta por aquí después de estas dos semanas de vacaciones, que me han venido fenomenal para hacer un montón de cosas que tenía pendientes, pero también para descansar y disfrutar en familia. Estos días además hemos tenido dos cumpleaños: el mío y el del Chico Pecoso. Y precisamente para él, como sorpresa de cumpleaños, preparé este delicioso y sencillo desayuno para llevar.

El desayuno estaba compuesto por un minibocadillo (similar a un McMuffin), croissants, mermelada, zumo de naranja, café y unas fresas. Y para guardarlo todo utilicé una cajita de Selfpackaging, concretamente el modelo picnic.

Para hacer el minibocadillo utilicé un bollito de pan tierno ligeramente tostado, queso cheddar, huevo al horno y bacon. El huevo al horno es muy sencillo de preparar, simplemente hay que poner el huevo en un molde individual para soufflé, previamente engrasado, y hornearlo a 175º durante 25 minutos.

La parte dulce del desayuno fueron estos croissants que compré en la panadería para tomarlos acompañados de mermelada de arándanos Bonne Maman. En principio mi idea era preparar el día anterior un pound cake de vainilla (como el que os enseñé aquí) y ponerle un par de rebanadas, pero Miranda no durmió siesta ese día y no me dio tiempo a hacerlo antes de que llegara el Chico Pecoso de trabajar.

Además del minibocadillo salado y los croissants con mermelada, le puse unas fresas de postre para completar el desayuno. Si tenéis espacio en vuestra cajita, en lugar de las fresas, podéis poner tarritos de yogur con cereales y frutas, por ejemplo, como los que preparamos en el desayuno picnic.

Y para beber, zumo de naranja natural en una botellita de plástico y café en un vaso de cartón para llevar. Estos dos recipientes los compré en la tienda Hascot Kids.

También le puse dentro de la cajita unos cubiertos de madera (para remover el café, untar los croissants...) y un par de servilletas de papel.

El minibocadillo lo envolví en papel vegetal y lo decoré con papel de cuadritos rojos a juego con el resto de cosas.

Para guardar los croissants utilicé unas bolsitas de papel con pegatinas que compré hace bastante tiempo en Holamama Shop (ahora mismo creo que no tienen este estampado).

Afortunadamente me cupo todo dentro de la cajita, un poco justo, pero casi mejor así para evitar derrames de café con el movimiento.

Decoré la cajita con un poco de washi tape y un par de etiquetas y ya estaba lista para entregar al cumpleañero.

Como veis, es un desayuno muy sencillo de preparar para sorprender a nuestra pareja, hijos, amigos o a quien queramos, y que pueda disfrutar de él en el trabajo o incluso de camino. El Chico Pecoso dice que se tomó el café en el metro para que no se le enfriara y el resto de cosas al llegar al trabajo. 

¡Feliz domingo!


¿Qué hay en mi bolso?

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Hoy os quiero enseñar un poco más de mí, a través de los objetos cotidianos que llevo siempre (o casi siempre) dentro del bolso, aunque estoy segura de que la mayoría de nosotras coincidimos en el 90% del contenido que hay en nuestros bolsos y, si me equivoco, decídmelo.

Algunas veces llevo bolsos pequeños (sobre todo en verano o por la noche) con sólo dos o tres cosas básicas, pero lo habitual en mi día a día es llevar bolsos grandes en los que me quepan todas las cosas que puedo necesitar. A continuación os enumero todas esas cosas y os cuento por qué son importantes para mí.


1. Toallitas de manos: Soy una loca de las manos limpias, me las lavo varias veces al día y, cuando eso no es posible, me gusta tener a mano este tipo de toallitas húmedas. Las de la foto son de H&M y me gustan porque tienen varios tipos de fragancias para elegir: vainilla, flores..., y ocupan muy poquito, por lo que son perfectas para llevar en el bolso.

2. Bálsamo labial: Este labial de Anthropologie, además de suavizar los labios, les da un ligero toque de color. Yo tengo el rosa pero hay otros tres colores más para elegir (incluido rojo).

3. Lápiz de ojos y corrector: Ya os enseñé en este post los productos que uso en mi maquillaje diario, pero aparte tengo un lápiz de ojos negro y un corrector, ambos de Kiko, únicamente para llevar en el bolso por si necesito hacerme algún retoque rápido a lo largo del día.

4. Crema de manos: Como me lavo las manos unas cuantas veces al día, se me suelen resecar bastante, por eso me gusta llevar una crema de manos en el bolso. Me encanta la línea Eight Hours de Elizabeth Arden (desde la clásica hasta el bálsamo labial, que uso desde hace muchos años), por eso utilizo esta variante para manos que es más ligera y me suaviza muchísimo la piel.

5. Espejo: Para los retoques rápidos a lo largo del día viene bien llevar un espejo pequeño en el bolso. Éste hace mucho años que me acompaña y lo guardo con especial cariño porque me lo regaló un amigo en un cumpleaños. Además es precioso, lo compró en un anticuario y está hecho con lapislázuli.

6. Teléfono móvil:¿Qué haríamos ahora sin móvil? Yo tengo desde hace poco un Xiaomi Red Rice y estoy muy contenta. No me quería gastar mucho dinero en el móvil por si Miranda me lo tira al suelo y se rompe, así que me decidí por éste. Es barato, tiene capacidad suficiente para instalarme todas las aplicaciones que necesito (que no son pocas) y la cámara es bastante angular, luminosa y tiene buena calidad, así que me sobra.

7. Pañuelo grande: Cuando hace aire o un poco de frío donde más lo noto es en el cuello, por eso me gusta llevar siempre un pañuelo grande en el bolso para taparme. El de la foto lo compré hace un par de años en H&M.

8. Monedero: Aunque llevo una cartera grande en el bolso, me gusta llevar las monedas aparte. Este monedero me encanta, es de Julia Marco y lo compré estas navidades en la "pop up" de Juls Konstruktion.

9. Llaves: Llevo siempre en el bolso las llaves de mi casa, las de mis padres y las del trabajo. Para las dos primeras tengo desde hace poco un precioso llavero de cuero con el nombre de Miranda grabado, que compré en Etsy. Le regalé uno igual al Chico Pecoso en marrón oscuro (os lo enseñé aquí) con el nombre de Totoro (nuestro Yorkshire).

10. Juguete para Miranda: Llevar un juguete o mordedor para Miranda dentro del bolso ya se ha convertido en un imprescindible; la jirafa Sophie le gusta mucho más que los mordedores normales y cuando le duelen los dientes es la que más utiliza. Además, en su bolsa de los pañales, suelo llevar un cuento para bebés o algún otro juguete, aunque desde que ha empezado a caminar sola ya no le hace mucho caso a estas cosas y sólo quiere irse por ahí a explorar.


11. Gafas de sol: Tengo varias gafas de sol normales (para cuando llevo lentillas), pero sólo tengo éstas graduadas que me hice hace unos años (estoy deseando renovarlas), y son las que suelo llevar en el bolso, sobre todo en verano que es más difícil huir del sol. Cuando voy conduciendo, el cambio de gafas de ver a gafas de sol (con mis 5 dioptrías) es toda una odisea.

12. Libro: Si tengo que ir en metro a algún sitio o estar en alguna sala de espera me gusta aprovechar para leer, ya que en casa si tengo algún rato libre me pongo una serie (desde que nació Miranda se me acumulan los capítulos por ver). Ya os comenté aquí lo mucho que me interesa la divulgación científica, por eso mis lecturas suelen estar relacionadas con esos temas. Ahora me estoy leyendo el libro "Comer sin miedo"de José Miguel Mulet, profesor de biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia (soy muy fan de su blog Tomates con genes), en el que explica de forma muy clara los mitos, falacias y mentiras que hay actualmente en torno a la alimentación. Me gusta especialmente por el rigor científico con el que está escrito y lo bien documentado que está, algo que últimamente parece difícil de encontrar entre tantas publicaciones de "gurús" y pseudociencias varias. Estoy deseando comprarme su último libro, "Medicina sin engaños", que pinta fenomenal.

13. Bolígrafo: Fundamental para todas esas ocasiones en las que no te sirve el móvil para apuntar algo (por cierto, os recomiendo la app de notas Google Keep). Yo lo llevo principalmente para anotar cosas en la agenda. Éste es de gel en color verde y lo compré en Mr. Wonderful Shop.

14. Agenda: Soy adicta a las agendas y libretas Moleskine. Mi favorita, la que me compro cada año, es la agenda en formato semanal con tapa blanda. Es ligera, no ocupa casi espacio y me viene fenomenal para ir escribiendo citas o cosas que hacer, como complemento a Google Calendar, que es donde me organizo todo de forma más exhaustiva (ahí tengo un calendario personal, otro del trabajo y otro compartido con el Chico Pecoso, tres en uno).


15. Cartera: Esta cartera la compré hace algunos años en Bimba y Lola y estoy deseando renovarla porque es demasiado grande y no me cabe en muchos de los bolsos que tengo. Por eso, algunas veces acabo cogiendo solamente el monedero con el DNI y alguna tarjeta.

16. Snacks: No puedo estar mucho rato sin comer porque enseguida me mareo o me duele el estómago, así que procuro llevar siempre en el bolso algún snack o algo para picar entre comidas (sobre todo entre el almuerzo y la comida). Casi siempre es algo con chocolate porque me da energía rápidamente. Mis favoritas son las frambuesas cubiertas de chocolate negro y las tiras de corteza de limón cubiertas de chocolate blanco, ambas de Cacao Sampaka.

17. Taza portátil: Algunas veces (y más desde que tenemos a Miranda) salgo de casa a toda prisa para no llegar tarde al trabajo y no me da tiempo a desayunar; me resulta más rápido prepararme un té con leche para llevar y tomármelo de camino al trabajo o una vez llego (además, allí siempre tengo galletas por si acaso). Para estas ocasiones, esta taza de aluminio que compré hace algunos años en Starbucks me viene genial, es muy práctica de transportar y mantiene el té caliente durante una hora más o menos.

Y hasta aquí la interminable lista de cosas que pueblan mi bolso (a veces incluso aparece algún objeto más). Y vosotras, ¿lleváis tropecientas cosas en el bolso como yo o sabéis defenderos sólo con lo estrictamente necesario?

¡Feliz domingo!



Crema de chocolate y menta

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Hace tiempo que vi esta crema de chocolate y menta en la web de Martha Stewart y me hizo tanta gracia la presentación en forma de plantita que me moría de ganas de prepararla. Además es una receta tan sencilla de hacer y queda tan rica, que ya la he preparado dos veces.

He hecho algunas modificaciones a la receta, por ejemplo, en lugar de usar extracto de menta y de vainilla, he preferido utilizar hojas de menta, de una plantita que tenía mi madre en casa, y vaina de vainilla.

Ingredientes: (para 6 personas)

- 1/4 de taza de hojas de menta
- 1 vaina de vainilla
- 290 ml. de nata
- 290 ml. de leche
- 85 gr. de azúcar
- 35 gr. de harina de maíz (maicena)
- 15 gr. de cacao en polvo
- Una pizca de sal
- 170 gr. de chocolate negro
- 25 gr. de mantequilla
- 100 gr. de galletas Oreo

Mezclamos la nata y la leche y las ponemos a calentar a fuego fuerte junto con las hojas de menta previamente lavadas y la vaina de vainilla partida por la mitad (hay que rascar para sacar todas las semillas y echarlas también dentro). Una vez comience a hervir, retiramos el cazo del fuego, lo tapamos y dejamos infusionar al menos una hora.

Pasado este tiempo, retiramos las hojas de menta y la vaina de vainilla. En un bol, mezclamos el azúcar, la maicena, el cacao y la sal, y lo reservamos. En otro cazo más grande, ponemos la mitad de la mezcla de leche y nata, incorporamos la mezcla de cacao y removemos hasta que la maicena se haya disuelto completamente. Añadimos el resto y removemos hasta que esté suave.

Ponemos el cazo al fuego, lo llevamos a ebullición removiendo constantemente y cocemos hasta que espese, unos 5 minutos. Luego reducimos el fuego y añadimos el chocolate en trozos. Removemos bien hasta que se haya derretido completamente, sobre 1 minuto. Entonces retiramos el cazo del fuego, añadimos la mantequilla y removemos hasta que se haya deshecho.


Rápidamente vertemos la crema en los vasos para servir, dejando espacio arriba para la galleta, y los dejamos enfriar en la nevera durante 1 hora y media, como mínimo. 

Mientras tanto, partimos las galletas Oreo en trozos y las trituramos enteras (con crema y todo) con la herramienta de cuchillas de la batidora, hasta que se queden hechas polvo.

Una vez se hayan enfriado y cuajado los vasitos con la crema de chocolate, los sacamos de la nevera, les ponemos un poco de galleta triturada encima de cada uno y los decoramos con una ramita de menta.

Es una crema riquísima y de textura muy suave. La menta le da un ligero toque de frescor que combina genial con el chocolate.

Si no os gusta la menta, siempre podéis hacer la crema de chocolate sin más, sólo con la vainilla, o con cualquier otro ingrediente que queráis infusionar: naranja, lavanda, cardamomo... Aunque os recomiendo que la probéis así, porque el aroma es muy ligero y resulta delicioso.

Los vasos que he utilizado para simular las macetas son de Ikea y vienen en un pack de 6, así que son perfectos para la receta que, además de buena, es tan genial que dejará a vuestros invitados alucinados.

¡Feliz domingo!


Un año con Miranda

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Hoy es un Día de la Madre muy especial para mí, porque además celebramos el primer cumpleaños de Miranda.

Hasta casi el último momento no estábamos muy seguros de si podríamos hacer una fiesta, porque el miércoles terminaron las obras en casa (una pared se estaba cayendo) y hasta entonces el salón parecía el escenario de una película bélica. Pero finalmente, después de tres días de mucho trabajo y algunos incidentes (con visita a "Urgencias" incluida), hemos podido organizar una pequeña fiesta para celebrar en familia el primer cumple de Miranda con mi temática favorita (aprovecho que de momento aún puedo elegir yo): una "tea party" inspirada en"Alicia en el País de las Maravillas", con la excusa de que este año se celebra su 150 aniversario.

El próximo domingo podréis ver las fotos de la fiesta en el blog, pero mientras tanto, os enseño las preciosas invitaciones que ha diseñado Nina (junto con el resto de la cartelería) para el cumple de Miranda. Y aprovecho para agradecerle, no sólo el detalle, sino también su paciencia infinita, teniendo en cuenta además que íbamos contrarreloj en la preparación de la fiesta.

Os espero la semana que viene por aquí. Me voy a seguir horneando unos cuantos scones para acompañar el té de esta tarde.

¡Feliz domingo y felicidades a todas las madres!


El primer cumpleaños de Miranda: una "tea party"

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Como sabéis, el domingo pasado celebramos el primer cumpleaños de Miranda y, para la ocasión decidimos organizar una "tea party"(con sus abuelos, tíos y primos) inspirada en "Alicia en el país de las maravillas", uno de mis libros favoritos que además este año celebra su 150 aniversario.


Contamos con muy poco tiempo para prepararlo (estuvimos de obras en casa hasta 4 días antes de la fiesta) y algunas cosas fueron un poco improvisadas, pero afortunadamente, si algo tengo en casa son tazas, teteras y demás utensilios para el té. Además, esa espontaneidad iba genial con el estilo alocado tan característicos del capítulo "A mad tea party" ("Una merienda de locos", en español) de Alicia.

Tanto las invitaciones (que os enseñé aquí) como el resto de la preciosa cartelería la diseñó Gabriela, del blog Nina Designs, que captó a la perfección la idea que buscaba para esta "tea party". Y fue precisamente ella quien me sugirió esta temática para la fiesta hace ya más de un año (cuando todavía estaba embarazada de Miranda) en el post que publiqué sobre cómo preparar un auténtico "afternoon tea" en casa. Así que, Gabriela, gracias por partida doble.

Mi ilusión habría sido tener una casa con jardín para poder preparar una verdadera "tea party", pero como eso no era posible, decidimos trasladar el jardín al salón de nuestra casa, poniendo una guirnalda de flores (mucho más fácil de hacer de lo que os podáis imaginar) para decorar la pared de la mesa de dulces y llenando teteras y tarros de cristal con rositas silvestres, margaritas y otras flores en la mesa principal.

La mayoría de los platos que preparamos para la fiesta fueron los típicos que se toman en un "afternoon tea" inglés, como scones, sandwiches, bundt cake de arándanos, Victoria cake... 

Para colocar en alto la tarta de cumpleaños utilicé este estante de Ikea, una idea genial que vi en el bonito baby shower que preparó Macarena el año pasado para la llegada de su hijo Mateo.




También servimos mousse de limón y chocolate blanco, magdalenas de frambuesa (tomando como base esta receta), merengues crujientes de fresa (los encargué en una panadería al lado de casa, para no tener tanto trabajo) y macarons, que compramos en Avenue Macaron.

Mi madre me dejó su preciosa vajilla inglesa para servir las mousses, que está decorada con imágenes de cottages y la campiña (ya conocéis mi debilidad por este sitio).



El cake stand azul con varios platos y una taza, que veis en las fotos, lo hicimos el Chico Pecoso y yo hace un par de meses y ya os enseñé el paso a paso en el blog.

La bebida principal de la fiesta fue por supuesto el té, con distintas variedades, para tomar solo o acompañado de leche o limón. Pero también servimos limonada en un dispensador y, aunque no son muy de "afternoon tea", unos riquísimos batidos bicolores de vainilla y fresa, que preparó el Chico Pecoso.




Luego en la mesa principal colocamos tazas para todos, platos, teteras con agua caliente, otras con flores, jarritas para la leche, rodajas de limón para acompañar el té, azucarillos blancos y morenos, distintas variedades de tés, servilletas, infusores...

Y, como no podía faltar, lemon curd para acompañar los bizcochos y clotted cream con distintas mermeladas para untar en los scones.


Junto a las mermeladas colocamos un divertido cartel con la frase: "Mermelada mañana y ayer, pero nunca hoy", del libro "A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado", que ya sabéis que es la continuación de "Alicia en el país de las maravillas".


También colocamos un rinconcito junto a la mesa de dulces con algunas fotos de este primer año de Miranda y unas cuantas cajitas de detalles, que regalamos a los invitados al marcharse.

La pizarrita la compramos en My Home Style (es de lo poco que me dio tiempo a encargar, gracias a que son rapidísimos con los envíos y me llegó al día siguiente de hacer el pedido) y las cajitas son de Selfpackaging, que afortunadamente tengo un montón en casa.

Dentro de las cajitas pusimos algo parecido a lo que preparamos en el baby shower de mi sobrina Martina hace ya tres años: un tarrito de lemon curd, dos variedades de tés de Tea Shop (negro y blanco), unas cuantas galletas de Crabtree & Evelyn de mis sabores preferidos: limón y frambuesa, y varias fotos actuales de Miranda atadas junto a una pequeña llave, para que se llevaran de recuerdo.

Todo decorado con las preciosas etiquetas de Nina ilustradas con relojes, tacitas, teteras y ojos de cerradura al estilo Alicia.

Miranda disfrutó mucho de la fiesta, sobre todo con los globos que atamos a su trona. Y nosotros nos lo pasamos fenomenal con ella, nos pusimos las botas con tanta comida e hicimos un montón de fotos para recordar su primer cumpleaños.

Espero que os haya gustado nuestra "loca tea party" y hayáis disfrutado tanto viendo las fotos como nosotros preparándola.

¡Feliz domingo!


DIY: Guirnalda de flores naturales

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Hoy quería mostraros cómo hacer paso a paso una guirnalda de flores naturales (o mejor dicho, de ramas con flores), como la que hice hace dos semanas para decorar la fiesta de cumpleaños de Miranda. Es un DIY mucho más fácil de lo que parece y su elaboración es muy similar a la corona de flores naturales que publiqué hace un par de años. 

Mi idea era que fuese una guirnalda sencilla, sin demasiadas flores, para que pareciera una rama sacada de un jardín o un bosque en el que celebrar una "tea party". Pero por supuesto vosotros podéis ponerle tantas flores como queráis.

Aparte de las flores y ramas que queráis emplear, necesitaréis los siguientes utensilios:

- Alambre de aluminio de color verde de 1,5 mm de diámetro aproximadamente, con el doble de largo de lo que queráis la guirnalda (la nuestra era de 2,5 metros, así que usamos un alambre de 5 metros). Obviamente, podéis cortar o empalmar alambres para adaptaros a la medida que necesitéis.
- Alambre de jardinería de 0,7 mm de diámetro.
- Alicates para cortar y apretar los alambres.
- Clavos sujetacables para colgar la guirnalda de la pared (los míos son de Ikea).

En cuanto a las flores, nosotros necesitamos dos ramos completos de eucalipto (sobraron sólo algunas ramitas), unas cuantas ramas de paniculata y una docena de margaritas rosas.

Lo primero que debemos hacer es doblar el alambre de aluminio por la mitad y enroscarlo ligeramente sobre sí mismo. Iremos fijando ramas de eucalipto al alambre con pequeños trozos de alambre de jardinería, que enroscaremos a lo largo de la rama.

Lo recomendable es ir poniendo la siguiente rama a mitad de la anterior, para que se vayan solapando y la guirnalda quede más frondosa.

Es mejor escoger las ramas de eucalipto que están compuestas por varias ramas (reservaremos las ramas sueltas para rellenar) y sujetar únicamente la del medio, para que las otras caigan sueltas al colgar la guirnalda de la pared.

Una vez hemos llenado todo el alambre con ramas de eucalipto, rellenamos los huecos que queden con algunas de las ramas sueltas que habíamos reservado.

A continuación, escogemos unas cuantas ramitas de paniculata y las colocamos entre las ramas y alambres de nuestra guirnalda.

A veces simplemente encajándolas entre las ramas quedarán bien sujetas, pero otras veces puede que sea necesario usar alambre de jardinería para fijarlas.

Luego seleccionamos las flores que queremos colocar en nuestra guirnalda. Yo os recomiendo que éstas las pongáis una vez hayáis colgado la guirnalda de la pared, así vais viendo cómo quedan.

Nosotros, antes de colocar definitivamente la guirnalda sobre la mesa de dulces del cumpleaños, la colgamos en la pared de nuestra habitación para ver cómo quedaría y decidir qué flores poner y cuántas. De hecho, añadimos de prueba más flores de otros colores que finalmente decidimos quitar, buscando la sencillez.

Se me ha olvidado comentar al principio que, al ir colocando las ramas de eucalipto, lo hice siempre en el mismo sentido (de derecha a izquierda), excepto en el primer extremo, donde coloqué ramas en el otro sentido para que los dos lados terminaran igual (en la imagen de abajo podéis ver el lugar donde se encontraron las ramas de sentidos opuestos).


Al colgar la guirnalda sobre la mesa de dulces, la curvamos un poco para que se adaptara mejor al tamaño de la mesa.

Para colgarla de la pared usamos dos clavos sujetacables en los extremos, como los que os he enseñado al principio. Son perfectos porque tienen espacio para sujetar la rama y aguantan muy bien su peso. Si queréis podéis poner alguno más para dar forma a la guirnalda, o en el centro para sujetarla mejor.

Os recomiendo que hagáis la guirnalda como mucho el día anterior y la colguéis sin las flores (es mejor colocarlas poco antes de la fiesta), porque el eucalipto y la paniculata no se estropean por estar un día sin agua, pero las margaritas y otras muchas flores, sí. Tampoco hagáis la guirnalda con demasiada antelación porque el eucalipto al secarse pierde elasticidad y sus hojas se rompen fácilmente.

Ya habéis visto lo fácil y rápido que es este DIY (yo misma pensaba que tardaría mucho más), así que os animo a darles un toque primaveral a vuestras fiestas venideras decorándolas con preciosas guirnaldas de flores. ¡Yo estoy deseando hacer la próxima!

¡Feliz domingo!


Pavlova de chocolate y frutas del bosque

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Hacía tiempo que quería preparar esta pavlova, un postre que debe su nombre a la bailarina de ballet rusa Anna Pávlova y que, a pesar de componerse únicamente de merengue, nata y frutas, resulta espectacular. Yo me decanté por hacer el merengue de chocolate y rellenarlo con una mezcla de frutas del bosque: arándanos, moras, frambuesas, fresas y grosellas.

La pavlova es como la hermana mayor del Eton mess, ese postre inglés a base de trozos de merengue, nata y fresas y cuyo nombre hace referencia al "desorden" con que se sirven los ingredientes. Sin embargo, la pavlova tiene una presentación mucho más ordenada, tiene forma de tarta y se puede hacer de un piso, de dos (como he hecho yo) o hasta de cuatro, si queremos. La receta que he utilizado para el merengue de chocolate la he sacado de aquí.

Ingredientes:

- 4 claras a temperatura ambiente
- 170 gr. de azúcar glas
- 3 cucharaditas de harina de maíz
- 1 cucharadita de vinagre de vino blanco
- 3 cucharaditas de cacao puro en polvo
- Una pizca de sal
- 250 ml. de nata para montar (con 35% de materia grasa)
- 2 ó 3 cucharadas de azúcar (para la nata)
- Arándanos, moras, frambuesas, fresas y grosellas (unos 100 gr. de cada fruta)
- Virutas de chocolate negro y azúcar glas (para decorar)

Precalentamos el horno a 150º y preparamos dos bandejas con papel vegetal. Con la ayuda de un plato, dibujamos un círculo de unos 18-20 cm. de diámetro en cada papel y les damos la vuelta, para que el merengue no esté en contacto con el dibujo.

Batimos las claras con una pizca de sal hasta que formen picos blandos. Vamos añadiendo el azúcar cucharada a cucharada, sin dejar de batir, hasta formar picos firmes. Cuando el merengue esté casi listo, añadimos la harina de maíz, el vinagre y el cacao en polvo, y acabamos de batir.

Repartimos el merengue entre los dos círculos que hemos dibujado y alisamos la superficie, dejando los lados un poco más altos que el centro.

NOTA: Para que no se mueva el papel vegetal al extender el merengue, podéis poner un poco en las esquinas para fijar el papel a la bandeja.

Horneamos los merengues a 120º durante 45 minutos. Pasado este tiempo, apagamos el horno y los dejamos enfriar dentro una hora más.

Yo os recomiendo que horneéis primero un merengue y luego otro (o los dos en la misma bandeja, si os caben), porque yo los horneé a la vez en dos bandejas y el que estaba en la bandeja de abajo no quedó igual de bien que el de arriba, apenas subió en el horno y no quedó tan crujiente por fuera como el otro.

Montamos la nata con el azúcar (yo suelo poner unas 2 ó 3 cucharadas, pero si os gusta más dulce, podéis ir añadiendo más). A continuación cubrimos la primera capa de merengue con la mitad de la nata montada y unas cuantas frutas.

Hacemos lo mismo con la segunda capa de merengue, la cubrimos con el resto de nata montada y decoramos con más frutas, esta vez formando una pequeña montaña.

Para finalizar, espolvoreamos nuestra pavlova con un poco de azúcar glas y unas cuantas virutas finas de chocolate negro, y servimos inmediatamente para que no se humedezca el merengue.

El merengue de la pavlova es delicioso, crujiente por fuera y tierno por dentro. Y al cortarlo se puede apreciar el color intenso del chocolate y su delicado sabor que, en combinación con la nata y las frutas hacen de este sencillo postre una auténtica maravilla.

Si lo preferís, podéis hacer una pavlova totalmente blanca preparando merengue normal en lugar de chocolate. También podéis hacer, con estas mismas cantidades, una capa gruesa de merengue y preparar una pavlova de un solo piso, una opción algo más rápida e igual de buena.

Si no os termináis toda la pavlova el mismo día, podéis guardarla en la nevera. El merengue ya no estará crujiente, pero el sabor seguirá siendo delicioso.

Esta tarta es todo un acierto en cuanto a sabor y presentación. Si tenéis invitados en casa, lo ideal es dejar la nata y las capas de merengue preparadas, y montar la pavlova justo antes de sacarla a la mesa.¡Se quedarán sin palabras!

¡Feliz domingo!


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